Una gran noticia

¿No echaban ustedes de menos las desventuras de Pamplinas? ¿Acaso no llevaban tiempo preguntándose dónde estaba nuestro amigo? ¡Pues sí! ¡Estaba estudiando EN SERIO! y tan en serio se lo ha tomado.... ¡Que hemos aprobado! ¡Guau! ¡Por fin podemos decir que Pamplinas es funcionario! ¡Albricias sean dadas! ¡Alabado sea el Señor! ¡Ya puede el arcángel Gabriel tocar la trompeta que a Pamplinas le dará igual! Tanto y tanto tiempo de estudios, de nervios, de desasosiego, de quebraderos de cabeza, de lamerse la patita dolorida de escribir, de enroscar el rabito de puro cansancio, de no tomarse un huesito en ningún bar, de no corretear por la calles, de no buscarse perritas a quien olisquear, de no ladrarle a los amigos... ¡Dios mío! ¡POR FIN HEMOS SACADO LA PLAZA! ¡Que tiemblen ahora aquellos que se preguntaban dónde estaba Pamplinas! Porque estar estaba, pero encerrado, enclaustrado, carcomido, preso entre los apuntes y ahora... ¡Ahora os preguntaréis lo mismo! ¿Dónde está Pamplinas? ¿Ah?

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